¿Has oído hablar del Cantar de Mío Cid? Es un famoso poema castellano del siglo XII que cuenta la historia del legendario caballero Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
Te proponemos revivir sus aventuras de una manera divertida: haciendo un viaje a Ateca para conocer algunos de los lugares que aparecen en el recorrido del propio libro.
En el itinerario completo del Cantar del Mio Cid te esperan lugares declarados Patrimonio Mundial; ejemplos de arte románico, mozárabe, mudéjar, islámico y gótico y más de 70 espacios naturales protegidos. Aunque en realidad son rutas de entre 50 y 300 kilómetros que se unen unas con otras, en conjunto suman 2.000 kilómetros de carreteras y 1.400 kilómetros de senderos señalizados. En Ateca encontrarás alguno de los lugares más curiosos.
Los de Alcocer a mío Cid tributo pagan,
y los de Ateca y los de Terrer, la plaza.
A los de Calatayud, sabed, mucho les pesaba.
Allí se asentó mío Cid enteras quince semanas.
Versos 570 y ss. Cantar de mío Cid
Según el Cantar, y tras dejar Ateca, el Cid puso su campamento en un otero "redondo, fuerte y grande" -posiblemente el lugar conocido como Torrecid, cerca de la actual Peña de la Mora-, con la intención de cobrar parias a los poblados musulmanes y, posteriormente, conquistar el castillo de Alcocer, del que se desconocía su paradero hasta que los arqueólogos han dado con su ubicación. Los estudiosos no se ponen de acuerdo en el grado de historicidad de este pasaje del Cantar: algunos lo atribuyen exclusivamente a la imaginación del poeta mientras otros creen que tiene una base histórica.
De acuerdo con el poema, el sitio de Alcocer duró doce días. Tras su conquista un ejército musulmán de tres mil caballeros venidos de Valencia le pusieron sitio, cortando los suministros de agua al Cid y a sus hombres y manteniendo el cerco durante tres semanas, al cabo de los cuales, impelidos por la sed, los hombres del Cid se enfrentaron a los sitiadores en batalla campal, venciéndoles. Esta es sin duda una de las batallas más duras y sangrientas del Cantar.
El Castillo y la Batalla de Alcocer
Según el Cantar, en la jornada 16 del destierro, el Cid pasó por Ateca y acampó en el otero de Torrecid, frente al pueblo fortificado de Alcocer, hoy un descampado a 3 km de Ateca. Así comienzó el sitio de Alcocer, que duró 105 días, al cabo de los cuales el Cid conquistó la plaza utilizando la estratagema de simular su partida. Días después un ejército musulmán de 3.000 hombres venidos de Valencia sitió Alcocer y cortó el agua al Cid y sus hombres, manteniendo el cerco durante tres semanas, tras las cuales, desesperados, el Cid y sus hombres, guiados por Pedro Bermúdez, se enfrentaron en batalla campal a los sitiadores, a los que derrotaron en sangrienta batalla, causándoles 1.300 bajas por 15 caballeros del Cid. Tras la victoria saquearon el campo de batalla, obteniendo 510 caballos y mucho oro y plata. Tras quedarse allí una semana más, el Cid vendió Alcocer a los musulmanes de Ateca, Terrer y Calatayud por 3.000 marcos de plata y emprendió su camino hacia el sur.
En el Cantar de mío Cid, el relato de Alcocer tiene una enorme importancia ya que, además de proporcionar grandes beneficios en forma de botín, abre las puertas de la llanura del Jiloca a la hueste cidiana. Los especialistas no se ponen de acuerdo en los motivos que llevaron al poeta anónimo, que conocía muy bien la zona, a situar aquí uno de los episodios más sangrientos del Cantar, así que será el viajero quien tenga la última palabra.
Lo que hoy llamamos castillo o pueblo de Alcocer es un yacimiento arqueológico. Se han hallado los restos apenas perceptibles de amurallamientos de época islámica. Sólo quedan los basamentos que apenas se levantan 40 cm por encima del suelo, en los que pueden distinguirse los muros, alguna habitación, dos silos y un torreón de planta semicircular levantado sobre la roca. Se ubica en el paraje denominado La Mora Encantada, entre Ateca y Terrer. Originariamente constaba de una única torre rodeada de un muro. Alcocer fue durante siglos uno de los topónimos del Cantar que suscitó más controversias, debido en gran parte a la imposibilidad de dar con el pueblo y el castillo asociado, hasta que los hallazgos arqueológicos confirmaron los versos del poema.